lunes, 13 de octubre de 2008

Primera Etapa: Sevilla...El Real de la Jara

Vídeo de la etapa:




Km TOTALES.- 95,3 km

Hora.- 7 h 45’
V.Media.- 11’8
V.Max.- 47’2
Calorías.- 4125

El día 29 de Julio empecé a preparar todo el material necesario para iniciar el Camino. Cuando lo dispuse todo encima de una mesa me eché las manos a la cabeza. ¿podría transportar tal cantidad de cosas?. Al terminar de colocar las alforjas en la bici me eché a temblar. El peso era tremendo. La mejor forma de averiguar si podía con todo era haciendo una prueba, así que sin pensarlo hice unos tres kilómetros de pedaleo comprobando que al menos en llano era capaz de circular. Estaba contento por ello pero no dejaba de pensar en el sufrimiento que me esperaba.



El día 30 de Julio saque el billete del tren que me llevaría hasta Sevilla, después de una comida familiar con Isa y sus padres salí para la estación del ferrocarril del Puerto de Santa María (Cádiz).




Desde la estación de San Bernardo en Sevilla hasta mi piso en Triana disfruté de un agradable paseo por el carril bici. Me cambié y junto a mi hija nos fuimos a pasear por la avenida de la Constitución (centro ciudad) hasta llegar al Fnac para comprarle un libro. En una cafetería muy cercana me encuentro con mi amigo Antonio Álvarez y su mujer, tomamos café juntos recordando nuestro paso por la Universidad dando un repaso a nuestra amistad y a los proyectos futuros. Antonio es diplomado en enfermería (ATS), profesor de instituto, trabaja como director de un Centro Educativo, le faltan dos asignaturas para terminar la licenciatura de derecho por la UNED, es licenciado en Pedagogía, se encuentra realizando el doctorado y este año piensa empezar la carrera de Geografia e Historia. Nuestra conversación se alarga en el tiempo por lo que decidimos marchar a tomar unas tapas por Triana. En el bar “Las Golondrinas” nos tomamos varias raciones de “montaditos de solomillo”. Al terminar nos despedimos fundiéndonos en un fuerte abrazo aunque me comenta que por la mañana se acercará a la calle Castilla para despedirme.




Después de dejar a mi hija en su casa me doy cuenta que es muy tarde, la una de la mañana…. ¡uffff! Me tengo que levantar a las seis. En un segundo llego al piso y me meto en la cama.
Antes de que sonara el despertador ya estaba en pié, preparé las cosas y salí. ¡Amanecía en Triana!. Encendí mi Gps quedándome impresionado por la exactitud matemática del itinerario a seguir. Me da una seguridad tremenda porque con tantos cruces de caminos es muy fácil equivocarse. Salí de Sevilla al alba cruzando por el puente peatonal sobre el río Guadalquivir que une Sevilla con Camas.




Apenas he dejado atrás a Camas cuando aparece el letrero del pueblo de Santiponce.




Abandono el asfalto adentrándome por un camino que sale desde la carretera de Burguillos en dirección hacia Guillena. La senda es ancha pero con muchos toboganes que hacen despertar mis dormidas piernas. Ya falta poco para llegar a Guillena, en un cruce de caminos no veo la flecha amarilla y me equivoco, no pasa nada, mi gran amigo Garmin (GPS) me indica con un sonido de alarma el error cometido y en un segundo rectifico volviendo a la senda correcta. Ya en el pueblo, la policía municipal me sella la credencial y me dispongo a desayunar: Dos tostadas de pueblo con jamón de York y mantequilla y un gran vaso de cola cao. Suena el teléfono, es mi amigo Antonio que ha estado a las siete de la mañana en la calle Castilla para despedirme, demasiado tarde porque a esa hora ya había pasado. De todas formas me comenta que ha visto pasar a siete bicigrinos, que seguramente me cogerán. Repuestas las energías continúo hacia Castilblanco de los Arroyos por una pista ancha y fácil, en suave subida comienzo la travesía de Sierra Morena. Cuando llego a la primera portela (Puerta de entrada a finca privada) la pendiente se hace más pronunciada y el sendero se complica por la cantidad de piedras y rocas que hacen imposible el transito en bicicleta por lo que en muchos tramos tengo que echar el pie a tierra y continuar andando. En el silencio del campo escucho voces y al mirar atrás veo como me pasan los siete bicigrinos que Antonio había visto en Sevilla, se limitan a saludar y pasan de largo. Por fin, desaparecen las piedras y puedo reanudar la marchar con precaución porque surgen los primero bancos de arena que pueden provocar una caída si en un descuido clavo las ruedas en ellos. El camino termina en una carretera y en apenas tres kilómetros llego a Castilblanco donde me espera un nuevo y merecido descanso. A la salida del pueblo me encuentro de nuevo con los siete ciclistas madrileños, juntos iniciamos el trayecto hasta la finca “El Berrocal”. Por la carretera veo como dos de ellos se quedan retrasados mientras que los demás continúan con un ritmo bastante fuerte. La carrera no va conmigo por lo que me quedo charlando con los últimos en un intento de aliviar sus calambres y tirones musculares. En la entrada de la finca el Berrocal realizo una nueva parada despidiéndome del grupo porque prefiero ir solo y a mi ritmo. Una ampolla de glucosa me servirá para pasar la dura prueba del cerro del Calvario. Inicio la marcha con un paisaje muy bello, alcornoques y jaras dan la bienvenida a un paisaje típico de la sierra sur Sevillana. La calzada es bastante ancha hasta llegar a una finca en donde cada vez se hace más tortuosa y difícil, iniciando una pendiente imposible de salvar. Empujando a la bicicleta voy subiendo por tramos, de encina a encina, de sombra a sombra descansando y tomando fuerzas para el siguiente trecho. Como puedo llego a la cima admirando desde los miradores una vista envidiable de la sierra sevillana e inicio el descenso de la misma forma que empecé el ascenso, a pie porque el camino está tan deteriorado que hace imposible el pedaleo.


(Entrada de la finca "El Berrocal").



(Subida al cerro "El Calvario").



(Mirador del cerro "El Calvario").



Llego a Almadén de la Plata a las tres de la tarde, consulto la guía de los amigos del Camino de Santiago de Sevilla para buscar un bar para almorzar decidiendo comer en casa “Macías”. Doy buena cuenta de un churrasco de cerdo ibérico y unas tapas de distintos tipos de carne de la zona, acompañado de sendos acuarios para reponer los líquidos perdidos en la terrible ascensión.
Cuando termino mi almuerzo me dispongo a analizar los mapas y trayectos prestando interés en el hecho de que el siguiente pueblo “El Real de la Jara” dista tan solo quince kilómetros de Almadén, dada la hora, cuatro de la tarde, decido continuar la marcha para restar kilómetros a la etapa del día siguiente.


(Almadén de la Plata).

Llego a mi destino final a las cinco de la tarde. En el pueblo me indican que la llave del albergue está en la oficina de información y turismo así que mientras abre me tomo tres refrescos en el bar de la piscina municipal. A las seis de la tarde recojo la llave tras pago de ocho euros y me informo de los bares para cenar y desayunar por la mañana.


(El Real de la Jara).

El albergue tiene tres habitaciones con cuatro literas cada una, dispone de dos cuartos de baño, dos salones y una cocina, lo que más destaca, es la vista que tiene sobre el castillo medieval del pueblo. Me dispongo a limpiar las alforjas, hacer mi cama, poner en carga el gps, cámara de fotos, móvil y me preparo para una ducha muy deseada, pero antes siento voces en el exterior, al salir me encuentro a los siete ciclistas que durante todo el día han ido apareciendo y desapareciendo. Les doy las orientaciones oportunas para que realicen el pago del aposento marchándose en dirección de la oficina de Información y Turismo. Mientras tanto me doy por fin la tan deseada ducha.
Perfectamente aseado voy recorriendo las calles del pueblo en busca de una buena cena. Llego a una plaza central donde se sitúa la iglesia, alrededor de la misma se encuentran varios bares, en uno de ellos me siento en una agradable terraza para cenar “pico de costilla de cerdo”, “serranito” y “tapa de chorizo de la sierra”, acompañado de una cerveza y dos refrescos. Cansado por el esfuerzo del día me retiro para el albergue buscando el descanso nocturno. La noche fue bastante movida, un gato se coló en las habitaciones buscando comida, escuché las campanadas de las dos, tres y cuatro de la madrugada, al final me quedo dormido durante dos horas pero el despertador suena a las seis de la mañana. Mi destino será Zafra aunque quiero avanzar todo lo que pueda porque el sábado me esperan en El Carrascalejo los tíos de Isa para comer y además quiero aprovechar para lavar la ropa sucia, limpiar las alforjas y la bicicleta.


(Torre de la iglesia del Real de la Jara).


(Iglesia del Real de la Jara).



(Castillo del Real de la Jara).

1 comentario:

Anónimo dijo...

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